miércoles, 3 de diciembre de 2008

23/11/2008
LOS MIRAVETES
(Grado de dificultad: 3)

Sobre las 10 de la mañana y después de dejar los coches en la explanada frente a la Sagra, en el Cortijo de los Collados de Abajo, partimos hacia el Observatorio y el Cortijo de los Collados de Arriba, donde cogemos el camino que bordea el Barranco de las Huergas, camino que se dirige a la Fuente de Maguillo y que abandonamos, y continuaremos por una senda mal definida pero con algunos mojones de piedra entre un encinar (quercus rotundifolia), con algunos quejigos (quercus faginea), en dirección al Calar Grande (Alt. 1778 m).

Al llegar a la cresta nos encontramos con una valla. Desde aquí nos asomamos al Barranco de Maguillo. Las vistas son espectaculares. La valla tiene una puerta que cruzamos y vemos a izquierda una cantera abandonada y al frente, majestuosas, las mesetas de los castellones. Cogemos el camino que baja hacia el cortijo de los Mirabetes. Antes de llegar a dicho cortijo lo abandonamos para introducirnos por la cabecera del barranco entre un bosquecillo formado por majuelos (crataegus monogyna), escaramujos (rosa canina), agracejos (Berberis lonicera) y algún que otro cerezo de Santa Lucia. Tenemos que andar encorvados para pasar entre tanto ramaje. Una vez fuera nos dirigimos al Castellón Chico donde, en un socaire recuperamos fuerzas (por cierto allá arriba hacía un frío que pelaba, mi termómetro marcaba de 2º a 3º C, que con el viento, la sensación térmica podía llegar a estar por debajo de los 0º),.

Después de un merecido descanso bordeamos el Mirabete Chico (por cierto inexpugnable, sin cuerdas), e iniciamos el ascenso al grande, también el más alto (Alt. 1939 m) por el collado que los une. Esta mesa rocosa fue castro romano o posiblemente ibérico; documentándose en la zona poblamiento humano, desde el IV milenio a.C. Desde aquí se observan las Sierras de Cazorla y Segura, Sierra Seca, La Sagra y en un día claro como el que nosotros elegimos, al fondo Sierra Nevada.

Destacar los cortes en forma de chimenea que probablemente algún día con la ayuda del hielo se desprendan, al igual que los que ya yacen en la cara suroeste del Castellón, a donde nos dirigimos en el descenso para comprobar las formaciones tan maravillosas que se produjeron en el desprendimiento de estas masas rocosas (mesas, picachos, cavidades, rocas colocadas en las posiciones más inverosímiles, otras con formas que intentamos identificar como teléfonos, sillas, incluso un jamón). Baste transcribir el comentario de uno de los compañeros: “¡Parece un Torcal de Antequera en pequeño!”.

Nos dirigimos después hacia el chopo solitario con abrevadero para el ganado donde hacemos un pequeño descanso (las fuerzas ya andan justas y aún nos queda una parte complicada de la excursión).

En dirección al Barranco de Montilla pasamos por una zona donde descubrimos algunos ejemplares de cerezo de Santa Lucia, e iniciamos el descenso, que en algunos puntos se pone difícil teniendo que hacer uso de las manos para al fin llegar a una repisa volada o “Pollo” por el que pasamos con precaución hasta la Fuente de Montilla, nacimiento del Río Raigadas. Desde aquí encajonados entre la vegetación (grandes masas de clematis y enredaderas) cogemos una senda que va paralela a la acequia y que nos lleva de frente a la Sagra donde dejamos los coches hace 7 horas.

Hasta la próxima.
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